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Antes de comentar la naturaleza de la parada de seguridad y como por definición los lectores de este blog son gente preocupada por la corrección, empezaremos aclarando que el sustantivo «porsiacaso», escrito en una sola palabra, es válido en español con el significado de ‘cualquier cosa que puede ser utilizada en caso de necesidad o imprevisto».

Esta entrada pretende sólo ser una mera reflexión. No será una justificación, ni tampoco una denostación de nada. La parada supone un mínimo tiempo y no se pretende esquilmarlo a la inmersión. Únicamente es un pensamiento sobre su razón de ser y, sobre todo, sobre lo que el buceador cree que es.

El lector, como siempre, deberá sacar sus propias conclusiones.

¿Recomendada?

A todo buceador novel le enseñan que, al final de toda inmersión, se debe hacer una parada en el rango de cinco a tres metros de profundidad y de unos tres minutos de duración.

El pavor de todo nuevo buceador a los problemas o enfermedades descompresivas -EDs- (lógico por no haber desarrollado un criterio sólido todavía) le hace percibir esta parada como algo vital, hasta el punto de parecerle que estar un minuto menos es algo inasumible por suponer un riesgo importante.

Pasado el tiempo -a veces, mucho-, aparece en el horizonte la palabra «recomendada». «Ah!, pero .. ¿no era obligatoria?» Pues, al parecer, no.

No se suele hacer demasiado énfasis en que se trata de una recomendación, pero este calificativo siempre ha estado a la vista. Sin embargo, el buceador generalmente no lo percibe así: todo el mundo la hace hasta el último segundo y nadie la cuestiona. Todos los protocolos que se imparten en las organizaciones de enseñanza de buceo recreativo, tablas y ordenadores la incluyen, habiéndose convertido en la práctica en un estándar de seguridad.

Nadie menciona realmente la posibilidad de no hacerla o las razones para suprimirla. Pero lo que al Autor le llama la atención es que tampoco se explican claramente las razones para hacerla.

El problema de la naturaleza de la parada

En su día y al aprender todo esto, a quien esto escribe le resonaron dentro de su enferma cabeza alarmas por todas partes. ¿No hay contradicción entre un consolidado y unánime «estándar de seguridad» y lo que se dice ser una simple «recomendación»?¿Es que los modelos matemáticos implementados en tablas y ordenadores no contemplan las suficientes variables de un ascenso como para tener que tomar más medidas o «porsiacasos»? ¿Existiría alguna estadística que respaldara hacerla? Y, en su caso, ¿por qué el resultado de dicha estadística no llevaba a modificar lo implementado en los modelos?

La frecuente respuesta a estas preguntas de los que se suponía deberían haberme instruido era siempre del tenor de «Bueno, es por si acaso y no perjudica«. La réplica solía ser del tipo «En tal caso, ¿qué tal llevar también una pata de conejo para dar suerte? Tampoco perjudica y apenas ocupa espacio«. El lector comprenderá que nunca se pasaba de ese punto, rayano en el pensamiento mágico al que tanta aversión tengo.

Porque la única solución lógica que quien esto escribe encontraba era que la parada de seguridad sobraba, pues le parecía incoherente que los algoritmos fueran insuficientes. Pero, si era supérflua, ¿por qué la hacía todo el mundo? ¿por qué se recomendaba tan intensamente? ¿habría otras razones?

Fundamento fisiológico

En el contexto recreativo, los modelos Haldanianos (Bühlmann) y de Burbuja predicen unas diferencias muy pequeñas entre hacer la parada o no hacerla.

De ello se debe concluir que toda inmersión, que no sobrepase el tiempo «Límite de No Descompresión» (NDL) y con un ascenso que respete las velocidades máximas establecidas SIN hacer la parada de seguridad, estará dentro de los límites que los modelos matemáticos y, por tanto y si dichos modelos son correctos, hay que entender que dicho ascenso será seguro.

Dicho de otra manera: si el modelo Haldaniano -u otro- es correcto, la parada es superflua. Y si se demuestra que la parada es efectiva reduciendo EDs, entonces hay que revisar el modelo. No hay otra opción lógica desde este punto de vista. Pero quizá haya otros desde la praxis.

¿Y qué dice el ordenador?

Existen ordenadores que permiten no contemplar la parada. Otros, no. Pero prácticamente todos los algoritmos programados en los ordenadores recreativos son Haldanianos (Bülhmann) y, como se ha dicho, en este modelo no hay gran diferencia entre hacer la parada o no hacerla.

Los niveles de seguridad son ajustes generales «de conservadurismo» de dichos límites, pero no son aplicables a una situación concreta como hacer o no hacer la parada.

El ordenador sólo indica si se traspasa -o no- un límite pre-establecido en su algoritmo, aunque algunos ordenadores de buceo técnico ofrecen ya algún dato porcentual en cuanto al grado de cumplimiento del modelo, que ayuda a evaluar al buceador determinadas decisiones (2).

Fundamento estadístico

Como se entiende que el ascenso sin parada está dentro de los límites de seguridad, el siguiente paso sería comprobar la eficiencia estadística del modelo. Es decir, la existencia de diferencia estadística significativa en una muestra suficiente de buceadores e inmersiones, entre el número de enfermedades descompresivas con parada y sin ella.

Únicamente hemos podido encontrar referencias (1) a la comparación entre buceadores, dirigida por el Dr. Andrew Pilmanis en los años 70 del pasado siglo, buceando con aire en el rango recreativo de 30 m y 25 min en cuanto a tiempo y profundidad. Se dividió a un conjunto de buceadores en tres grupos: el primero ascendiendo sin hacer parada alguna, el segundo haciendo una parada de 2 min a 3 m y el tercero haciendo dos paradas de 1 min a 6 m y de 4 min a 3 m.

En dicha comparación se menciona haber evidencia clara de un mayor número de burbujas en el corazón al final de la inmersión detectadas por Doppler en el primer grupo respecto del segundo y en el segundo respecto del tercero (en el que casi eran indetectables).

Este resultado no es que fuera sólo lógico sino que ¿alguien podría haber esperado otra cosa al aumentar el tiempo de descompresión cerca de la superficie?

Sin embargo, el problema no es el previsible decremento del número de burbujas en sangre, sino la aparición de enfermedades descompresivas (que pueden no producirse por debajo de un cierto número o diámetro de las burbujas). Lamentablemente ni el número de pruebas era suficiente, ni se estableción ninguna vinculación con la probabilidad de tener una ED, que era lo relevante.

Quizá pueda llamar la atención al lector que no existan estudios modernos específicos de esta cuestión. O puede ser que el Autor no los conozca.

Pero, vamos a suponer hipotéticamente que existiera esa constatación empírica y estadística de que, a pesar de estar dentro de los límites, se produjera un aumento constatable de EDs cuando se omite la parada. Esto también debiera ser parte del modelo. No es aceptable resolver este problema poniendo ruedines a la bicicleta. Debe estar incorporado al algoritmo, lógicamente … si fuera un problema del modelo. ¿O habría otras razones?

¿Qué otras razones pudiera haber para hacer la parada?

El ordenador no tiene criterio (capacidad de evaluación del riesgo). Al menos por el momento. El ordenador «no sabe» si tenemos frío, si hemos hecho una digestión pesada, si tenemos un mal día, si nos hemos tirado al agua mareados por la travesía, etc.

Así pues, el ordenador no puede evaluar ningún tipo de riesgo que sea ajeno a los parámetros y variables con los que está programado (presión y tiempo), que pueda requerir medidas adicionales en un inmersión concreta. Por mucho pánico que provoque a los buceo-dependientes este tipo de cosas, únicamente es el buceador quien deberá decidir el tomarlas -o no- sobre la base de su propio criterio. Y en consecuencia, puede entenderse que se aconseje aumentar el rango de seguridad haciendo la parada sistemáticamente a buceadores cuyos conocimientos básicos no les hayan permitido desarrollar todavía ningún criterio. Pero, a partir de ahí, estamos en lo de siempre: buceadores a veces con cientos -e, incluso, miles- de inmersiones realizándolas sin cuestionarse nada con el mismo automatismo que cuando empezaron.

¿La parada de seguridad como «amortiguador» de circunstancias no cuantificables?

Como se ha visto, las circunstancias que pueden ser cuantificadas deben estar -por definición- contempladas por los algoritmos del ordenador.

Hay otras circunstancias (edad, peso, forma física, etc.) que, si bien pudieran ser también parte de estas cuantificaciones, son más individualizadas. Aunque en los últimos tiempos se habla de modelos de descompresión «personalizados», parece que se está todavía lejos de ello. Por el momento, todas estas circunstancias únicamente pueden ser incorporadas de manera un tanto inconcreta a los modelos mediante los distintos niveles de seguridad generales.

Pero hay otras circunstancias que pueden estar coyunturalmente presentes en una inmersión particular y que no pueden ser introducidas en ningún modelo. El cansancio, el frío -no confundir con la temperatura del agua- (no abrigarse bien es un error importante que afecta a la descompresión mucho más de lo que pueda parecer), una hidratación inadecuada (aunque hay cierta controversia con esta cuestión), unas condiciones personales no adecuadas para bucear (falta de descanso previo suficiente, alcohol, digestiones pesadas, …), estrés (factor que altera completamente muchas de las variables que influyen en la descompresión), etc. …. quién sabe.

Y es en esos casos cuando el buceador debe tener suficiente criterio para poder tomar medidas adicionales, que pueden consistir en bucear ese día a cotas más someras, en reducir el tiempo de inmersión, en ralentizar en la medida de lo posible el ascenso en los tramos adecuados … y en hacer la parada -si no la hace- o extenderla -si la hace- como medida precautoria debida a estas circunstancias de imposible cuantificación, que es muy distinto a hacerla como un «porsiacaso», sin motivo real alguno.

La parada de seguridad como «tapón»

Sin embargo, hay un arqumento que al Autor le parece más interesante.

En el ámbito recreativo, las únicas obligaciones descompresivas son el Límite de No Descompresión (NDL) y la velocidad de ascenso (3). Es decir, el valor límite en la relación presión-tiempo y la variación de presión con relación al tiempo.

Como se ha reiterado, si el ascenso se realiza dentro de los límites de seguridad de los algoritmos, el ascenso debiera ser perfectamente seguro.

Pero ¿un buceador recreativo -o no recreativo- se mantiene en todo momento dentro de esos límites? ¿no sobrepasa la velocidad de ascenso máxima en todo momento?

La respuesta es que, en general, no. Y frecuentemente dista mucho de ello. Imagine el lector un ascenso en el azul de un buceador recreativo tipo -con pocas inmersiones en general y poco buceo al año- sin agarrarse a un cabo. ¿Cómo sería su velocidad? ¿cómo ascendería en los últimos metros?

Pero el problema no sólo reside en no realizar el ascenso correctamente, sino en la falta de posibilidades para corregir. Un ordenador que detectara que se está haciendo un ascenso irregular podría indicar al buceador sólo dos posibles medidas: una ralentización (poco verosímil porque precisamente el problema es la falta de control de la velocidad) o indicar la necesidad de una parada a una cota y tiempo determinados … en medio de un ascenso de sospechoso control.

Es en los últimos tramos de la inmersión cuando será más difícil ralentizar o detener la emersión por ninguna indicación de ningún ordenador, requiriéndose otro tipo de medida, como sería el modificar el objetivo previo del ascenso situándolo en una cota inferior en la que haya que detenerse, para posteriormente reanudarlo. Cambiar el lugar de la meta. Poner la diana un poco más adelantada.

Esto sí es verosímil que ofrezca algún tipo de control:

  • La parada permitiría «recuperar» la salida de nitrógeno que el ascenso deficiente no haya permitido eliminar (aunque el Autor opina que esto es irrelevante ya que una pequeña diferencia en la velocidad de ascenso o haber sobrepasado el Tiempo de No Deco en algún minuto no debiera tener demasiada importancia).
  • El buceador tiene en la cabeza que tiene que parar antes de llegar a superficie desde el primer momento. Parando a 3 ó 5 m aunque sea un sólo segundo, el tramo final será más controlado. Y podrá iniciar el tramo más crítico partiendo de una posición estática, sin aceleración inicial. Como luego se verá en las conclusiones, esto cambia bastante el panorama de lo que se suele hacer.

Con estas hipótesis ¿el lector haría la parada si estuviera agarrado a un cabo y pudiera estar seguro de garantizarse una velocidad de ascenso perfecta?

Es obvio que este planteamiento es especulativo, pero no por ello deja de tener su lógica, que se somete a la consideración del lector ya que, desde el punto de vista del rigor científico, la parada no parece tener ningún sentido.

¿Alguna otra razón para hacer la parada?

En una página web de un centro de buceo, asociado a una gran organización de enseñanza, sobre la parada de seguridad se dice que:

«¡Reducir el riesgo de enfermedad por descompresión no es la única razón para hacer una parada de seguridad! En primer lugar, esta pausa da tiempo para evaluar las condiciones de la superficie e identificar cualquier peligro potencial antes de realizar su ascenso final. Por ejemplo, es peligroso salir a la superficie directamente debajo o detrás de un bote, por lo que puede usar este tiempo para navegar hacia un lugar más seguro. En segundo lugar, puede asegurarse de que todo su equipo esté bien asegurado para salir del agua. Lo último que quieres es perder tu cámara submarina, con todas esas imágenes épicas de las mantarrayas, porque olvidaste volver a sujetarla en tu BCD.

Y finaliza así:

«Y, por último, ¡es una oportunidad para obtener esa selfie de buceo perfecta con tu amigo o maestro haciendo anillos de burbujas!«.

Es una excelente muestra del tono y rigor de la enseñanza al uso. Aguante el lector las irrefenables ganas de abandonar esta bonita actividad al leer cosas así.

Necesidad de parada en caso de incidencia

Debiera ser bastante obvio que en el caso de un ascenso libre de emergencia o «escape libre», la parada no puede hacerse. O un ascenso en el que el buceador, aun teniendo gas, esté en un estado que no le permita permanecer en el agua. Quien opine lo contario sería merecedor de concursar en los Darwin Awards, siendo oportuno decirle amablemente que sufrir una enfermedad descompresiva debiera ser siempre preferible a ahogarse, aunque quizá existan otras legítimas preferencias.

Pero ¿qué pasa con ascensos de emergencia -por ejemplo- donando al compañero, en los que no es imperativo salir del agua cuanto antes?

En estos casos -y en contra de lo que enseñan algunas organizaciones- parece coherente completar el ascenso con el criterio que se emplee en cualquier otra inmersión sin incidencias. Y si se hace la parada siempre, en este caso también.

Aunque no ocurriera nada omitiendo la parada, el Autor considera que no hacerla es como mínimo una incoherencia. Si se ha decidido hacer la parada siempre, ¿por qué no hacerla en este caso? ¿qué podría justificarlo? ¿falta de gas? Si el ascenso se ha iniciado respetando el Gas Mínimo correcto (ver la entrada «CÁLCULO DEL GAS MÍNIMO«), el volumen de gas de la parada está incluido en dicho cálculo.

Y, entonces, nos asalta una sospecha: ¿alguien quizá contemple saltarse la parada en caso de emergencia porque no esté seguro de que la correspondiente regla que se enseña para determinar la cantidad de gas, con la que se debe iniciar el ascenso imperativamente, pueda no ser suficiente en caso de que haya que hacerlo donando? Cualquiera consideraría esta hipótesis como extravagante, si no hubiera leído la entrada de este blog «La fábula de la palanca inexistente:EL “GAS MÍNIMO”.Cuarta parte: ANÁLISIS DE LAS REGLAS ELEMENTALES AL USO«. Como se verá, lejos de ser extravagante, es bastante plausible.

¿Dónde y cuánto tiempo?

Típicamente, las paradas recomendadas recreativas se suelen hacer durante 3 minutos ó 5 min y a 3 m y 5 m de profundidad. Depende de los lugares.

En los años 70 del pasado siglo no se solía hacer ninguna parada. Posteriormente se incorporaron dos a 6 m y a 3 m, una parada a 3 m en los años siguientes y últimamente se recomienda una parada a 5 m.

Ello puede deberse a dos motivos: muchas veces, no es posible -o es incómodo- hacerlas a 3 m si hay oleaje en superficie. Y el mantenimiento de la flotabilidad es más sencillo a 5 m que a 3 m.

Vista la posible utilidad de modificar el objetivo del ascenso a una cota inferior a la superficie y si el efecto perseguido es hacer un «tapón» a un más que probable ascenso mal controlado ¿por qué estar en ese tapón durante tres minutos? ¿Por qué no uno o medio? ¿O cuatro? ¿O diez?

Es opinión de quien escribe que el tiempo de la parada fue determinado en sus inicios «a ojo» ya que lo que se pretende compensar es tan inconcreto, que no es verosímil que exista justificación objetiva alguna. Si aceptamos que el modelo matemático es suficiente, la parada podría ser de muy poco tiempo, limitándose su función al control de la velocidad en los últimos metros.

Por el contrario, si se piensa que el tiempo de la parada «amortigua» o «compensa» los errores anteriores de la inmersión, habría que cuantificar estos para determinar su duración. Como obviamente ello no es posible, parece razonable establecer un tiempo fijo. ¿Cuánto? volvemos a lo anterior: no existen estudios estadísticos (o, al menos, el Autor no los conoce) que puedan justificarlos. Para el Autor este propósito es el menos relevante.

¿Hay vida después de la parada?

Es necesario aclarar que la velocidad de ascenso de 3 m/min desde la parada hasta la superficie, aun siendo el estándar en buceo técnico, es casi inexistente en el buceo recreativo por el momento (aunque afortunadamente ya se empieza a incorporar este estándar en algunas asociaciones de enseñanza).

Dado que lo que regula toda velocidad de ascenso es la disminución de la presión ambiente en función del tiempo (como toda estrategia de descompresión, incluidas las paradas obligatorias), el Autor de este blog nunca se explicó porqué parece que no exista para muchas organizaciones de buceo recreativo y muchos instructores -afortunadamente, no todos- el hecho de que los últimos 3 y 5 metros suponen una diferencia de presión ambiente del 30 % y del 50 % respectivamente (pasando de 1,3 bar y 1,5 bar a 1 bar en superficie), siendo estos metros precisamente los más delicados de todo el ascenso puesto que son en los que se producen mayor variación de presión en menor distancia.

Pero, para mayor escándalo del Autor -al que ya casi no le queda pelo de los disgustos que se lleva al pensar en estas cosas-, el establecimiento de la flotabilidad neutra o ligeramente negativa a efectos del cálculo del lastre en la cota de tres metros y con 50 bar en la botella que enseñan sistemáticamente muchas de dichas organizaciones, sugiere la posibilidad de que, si se es neutro en esas condiciones, desde esa cota hacia arriba muy probablemente no se pueda controlar el ascenso sólo con los pulmones. Pero se hará bien no fiándose de la afirmación del Autor. Pruébelo el lector.

El resultado de todo esto es lo que se puede ver en cualquier inmersión, cualquier verano: buceadores agarrados al cabo haciendo la parada desde la que, cuando acaban, salen disparados como cohetes a superficie. Especialmente desde la parada de 3 m.

Cuanto más cerca se esté de la superficie, más hay que ralentizar el ascenso.

Corolario y coherencia

No es del gusto del Autor esta suerte de «Apuesta de Pascal» trasladada al buceo en que se ha convertido el asunto de la parada de seguridad, consistente en pensar que, aunque el beneficio haciendo la parada fuera minúsculo o inexistente, como no se está seguro y no se pierde nada, hay que hacerla. Este tipo de razonamientos nos llevaría a justificar y a hacer «por si acaso» multitud de cosas absurdas o sin fundamento. Por ello, sería deseable que todo buceador entendiera qué sentido pueda tener, aunque fuera una conjetura.

Y, como se ha explicado, más que tener unos minutos que «corrijan» las deficiencias del ascenso -que también-, el principal beneficio de la parada es dividir el ascenso en dos tramos, adquiriendo así más control en el más crítico (el más somero).

Por ello, se insiste en que lo que no tiene ningún sentido es que, una vez se ha terminado el tiempo de permanencia en la parada, el buceador salga disparado a superficie -como suele ser habitual-, ya que se anula en gran medida el objeto de aquella.

Por todo ello e independientemente de la libertad soberana de cada uno, el lector deberá reflexionar sobre lo que en esta entrada se dice y sobre sus propios conocimientos para después decidir si hacerla o no y porqué.

(1) – Dr. A. Pilmanis – Undersea Biomed. Res. I (1.974).

(2) – Por ejemplo, el llamado GF99 del Shearwater PERDIX, que ofrece el porcentaje bruto de la sobresaturación permitida en el modelo Bühlmann a la profundidad en la que se está.

(3) – Sorprende la diferencia de criterio entre distintas organizaciones: se establece como velocidad máxima general desde 9 m/min hasta 18 m/min. El doble exactamente.

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