greenwashing en el buceo
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«¿Greenwashing en el buceo?»

A los buceadores nos gusta imaginarnos a nosotros mismos como seres enamorados del mar y su fauna y, por tanto, respetuosos con el medio ambiente. Pero quien desee considerar estas cuestiones debiera plantearse las consecuencias de la actividad en su totalidad y no sólo después de sumergirnos.

Descartando ciertas posturas extremas en las que la única opción contemplada es la desaparición total del hombre en el entorno natural, el caso es que los buceadores también somos partícipes en la cuestión medioambiental, quizá de una manera un tanto contradictoria, pero especialmente sensibles a ella.

El problema es que esa especial sensibilidad medioambiental del buceador es utilizada por algunos actores de la industria del buceo para promocionarse ante sus clientes sin justificación real, sin hacer ni haber cambiado nada, mediante la aparición de un nuevo fenómeno llamado «greenwashing» (lavado verde).

Dejando claro que el objetivo de este artículo es que el lector afine su escepticismo ante cierto tipo de publicidad y reflexione sobre ello -sacando sus propias conclusiones-, vamos a ver qué es, cuál es su verdadero propósito y cómo afecta a la comunidad buceadora.

Abrazados a palabras mágicas

«Sostenible», «ecológico», «sustentable», «eco-friendly«, «verde», «inclusivo», «circular», … En cualquier conversación o manifestación pública parece obligado que aparezca alguna o varias de estas palabrejas necesariamente cada 30 segundos.

Todo ahora es «sostenible». Lo que sea y por absurdo o contradictorio que fuere. Bancos sostenibles, comercio sostenible, minería sostenible, petrolera sostenible, transporte sostenible, … energía nuclear sostenible … Por pura combinatoria se puede encontrar hasta lencería sostenible (es decir, sostenes sostenibles).

Y, por supuesto, este fenómeno ya ha llegado al buceo. Se veía venir que a todo el mundo -tanto más cuanto mayor el interés económico- se le llenase la boca, a modo de polvorón navideño, de «buceo sostenible«.

Una nueva línea de penetración en el negocio. Un nuevo mercado, incluso. Pero, al margen de la imagen hacia el cliente, ¿ha cambiado algo? ¿hay algo real detrás?

En todo caso quede claro que el objeto de este artículo no es calificar a nadie sino que, a través de su texto y ejemplos, el lector caiga en la cuenta de este fenómeno. Y que muchas de las medidas que se comentarán en este artículo no son en sí mismas reprobables o negativas, sino que lo que se denosta es su utilización para producir un espejismo en el cliente, cuando no para desviar la atención de otras realidades.

¿Qué es el «greenwashing«?

El «greenwashing» o «green washing» (lavado verde o -como el Autor prefiere-, eco-blanqueo) es una práctica de mercadotecnia destinada a crear una imagen ilusoria de responsabilidad ecológica que, en realidad, o no existe o no tiene relevancia alguna y que, incluso, muchas veces enmascara otras prácticas dudosamente respetuosas con el medio ambiente.

Así, empresas de todos los sectores, colores y olores proyectan hacia consumidores y público en general una imagen ecológica y «sostenible» de lo que hacen y de cómo lo hacen.

El objetivo no es otro que cambiar la percepción que de ellos tengan sus potenciales clientes, ya que parece que más de dos tercios de los consumidores estarían dispuesto a gastar más dinero en una marca «preocupada» por lo ecológico, presentando una fachada de sostenibilidad ecológica, mientras a menudo se continúa haciendo lo mismo que hacía entre bastidores.

La culpa, acciones individuales y colectivas

La disonancia cognitiva que supone el énfasis en la concienciación de las acciones individuales sobre las colectivas siempre sorprendió a quien esto escribe. Esta cuestión es profundamente ideológica y no entraremos mucho en ella.

Pero sí se dirá que la «culpabilidad» percibida del daño ecológico muchas veces no depende de la acción en sí, sino que es inversamente proporcional a su importancia.

Así, nos parece intolerable y nos sentimos muy mal por haber tirado un papel en una paradisíaca playa del sudeste asiático, pero no por viajar en avión hasta ella y menos por participar en un sistema económico que concentra allí la contaminante producción de bienes del planeta. Miramos a otro lado cuando lo que vemos puede poner en solfa nuestro nivel de vida o nuestra actividad, a la que no queremos renunciar. La condición humana en acción.

Y en esta concentración de la culpa en los «pequeños gestos» y no en lo verdaderamente importante está en la base del «greenwashing» y de otras acciones de mercadotecnia que también desvían la atención hacia lo primero, enfatizándolo e ignorando lo segundo.

Sumándose al «eco-postureo»

Cierto es que la presunta conciencia verde en la población occidental es tan generalizada, que muchas empresas se sienten obligadas a adoptar este tipo de comportamientos para no quedarse atrás respecto de la competencia que ya los practica y perder cuota de mercado. Y, entonces, la necesidad de presentarse como empresa «sostenible» cubre con su manto sectores económicos enteros. Aunque no haya cambiado nada o casi nada y se realice a base de palabrería o por cansina acumulación de medidas prácticamente irrelevantes. ¡Todo el mundo tiene que demostrar a todas horas y hasta el paroxismo lo activo que se es en la defensa del medio ambiente!

Y es notable el entrelazado de empresas que se otorgan a sí mismos la etiqueta verde. Si el lector bucea entre páginas «sostenibles» verá cómo se citan y referencian las mismas organizaciones verdes una y otra vez entre sí.

Pero la realidad es que los distintos actores de la industria del buceo tienen responsabilidades y posibilidades de acción muy distintas. Pregúntese el lector cuando va a bucear a cualquier centro «eco-friendly» ¿qué ha cambiado real y sustancialmente en los últimos diez o quince años y qué impacto real ha tenido?

Ejemplos de «greenwashing» en el buceo

Certificadoras generalistas

Cualquiera con más de cinco años de edad sabe que el objetivo real -y totalmente lícito- de estas empresas de certificación (y de cualquier empresa en general) es el beneficio económico.

Certificar más buceadores, adherir más centros, «formar» más instructores, promocionar más destinos de buceo y, en definitiva, echar al agua a cada vez a más gente aumentando la masa de su negocio (cosa que, como se ha repetido innumerables veces en este blog, ha tenido la innegable virtud de popularizar el buceo hasta límites insospechados).

Por lo dicho anteriormente, tenemos a casi todas las empresas certificadoras subiéndose de un salto al tren verde de la «sostenibilidad», algunas haciendo lo de siempre pero practicando un «greenwashing» de libro.

Véanse en los enlaces algunos ejemplos como SSI o PADI, que ofrecen un interminable catálogo de medidas ecológicas «al peso», algunas tan imponentes como «reducir el grosor de la mayoría de las calcomanías de vinilo en 1 mm» o » «fabricar las tarjetas de certificación y las pizarras/mesas de plástico con un 70 % de plástico reciclado» (sic). Impresionante.

Pero, aunque algunas tengan sentido o se considere que la suma de infinitesimales pueda llegar a ser perceptible, no se dice nada de seguir enseñando a los nuevos buceadores de rodillas en el suelo y aleteando con la patada de tijera recreativa que levanta el fondo incluso a metros de distancia. Ni de bajar al fondo con las aletas por delante. Ni de que en sus cursos se dote a sus alumnos con una muy justita flotabilidad que les impide el control y les impele a agarrarse o apoyarse en lo que tengan más a mano.

No nos extenderemos en ello ya que este asunto se trató extensamente y con ejemplos en un pasado artículo de este blog titulado «Los involuntarios hijos de Atila: LA TÉCNICA DE BUCEO Y LA PROTECCIÓN DEL MEDIO«, que se recomienda leer.

De esto no se dice una sola palabra … pero se es muy «eco-friendly» por utilizar papel reciclado en impresos y similares. Bonito ejemplo de «greenwashing» en el buceo.

Los centros de buceo

Salvo contadas excepciones, tener un centro de buceo -al menos en España- es como dedicarse a la recogida de la fresa: su objetivo es sobrevivir un año más. Y, por tanto, sus posibilidades de mejora en lo ecológico son limitadas aunque, como veremos, también esa limitación económica hace que tomen medidas que acaban siendo positivas para el medio ambiente.

De esta manera, agotarán el uso de sus contaminantes motores de embarcación de dos tiempos hasta que literalmente se caigan a pedazos. Se adscribirán a las certificadoras masivas que perciban como más rentables, aunque la enseñanza se resienta -también con sus repercusiones ambientales- y tenderán a sobre explotar sus lugares de buceo.

Pero también serán los primeros en -por ejemplo- limitar su consumo de papel, de toallas o de agua. (Para que luego reciban visitas de equipos propagandísticos de empresas «muy preocupadas por lo ecológico» que les «conciencien» de la necesidad de instalar difusores en las duchas o de implantar sistemas de recogida de agua de lluvia para aclarar los trajes de neopreno, sistemas que por supuesto requiere de una infraestructura de más que dudosa amortización).

Hacen lo que pueden y, en opinión del Autor, sus acciones de mejora tenderán a provenir siempre, bien de la normativa -coercitiva-, bien de estímulos económicos externos, casi inexistentes en la actualidad.

Sin embargo, algunas que hacen lo que se lleva haciendo décadas (recoger la basura que uno se encuentra, no tocar a los bichos, etc.) ahora lo publicitan como un gran y novedoso logro, revistiéndolo de una notable palabrería. Un ejemplo sería la página de este enlace. ¿Greenwashing? … digamos que a medias.

Las agencias de viajes de buceo

Parece innecesario explicar que el turismo moderno es una fuente de contaminación muy relevante. Cientos de miles de aviones que cruzan el planeta para pasar una semana de vacaciones, barcos con enormes motores diésel que surcan el mar alojando buceadores para ver al tiburón ballena de turno, etc. No hace falta seguir.

Sin embargo, se recalca que no todos los efectos son perniciosos. El turismo ha permitido reconvertir en destinos de buceo y reservas lugares de pesca en los que casi se había acabado con la fauna marina local. Admitámoslo: no todo es malo. Es complejo y contradictorio. Pero el efecto contaminante es innegable.

Y es que la solución depende otros. Concretamente de la consecución de una tecnología que permita construir aviones y barcos con motores que no contaminen, estando todavía muy lejos de ello.

Pero como ni los buceadores van a renunciar al turismo de buceo, ni las empresas del sector se van a suicidar, no hay más remedio que mirar a otro lado y poner el énfasis del respeto hacia el medio en cosas mucho más irrelevantes. Se lleva al turista desde el otro extremo del mundo cargado de material en una orgía contaminante, pero con un sello ecológico que» garantiza» que no se desperdicia demasiada agua o que se emplea papel reciclado y otras nimiedades, comparativamente hablando. Un bonito ejemplo de ello podrá encontrarse mediante este enlace.

¿Greenwashing? bastante, pero quizá inevitable.

Un ejemplo triste

Hay una empresa en particular en el ámbito del buceo cuya adscripción a esta moda de la sostenibilidad vacía ha entristecido un poco al Autor. Se trata de la aseguradora DAN Europe.

Y ello es porque DAN es una compañía que, además de asegurar a los buceadores, desde sus inicios realizó una serie de actividades de asistencia médica e investigación sobre el buceo y su seguridad especialmente sólidas y positivas para la comunidad buceadora, hasta tal punto que se ha convertido en una referencia mundial en este aspecto.

En otras palabras, DAN, además de hacer seguros como tantas otras compañías, contribuye con una sustancial aportación REAL y SERIA al mundo del buceo, habiéndose forjado una imagen de solvencia ejemplar. Por esta razón quien esto escribe ha sido siempre un fiel afiliado y entusiasta de esta compañía. De ahí la tristeza.

Porque hete aquí que su imagen ha virado 180º y ahora tiene a dos jóvenes y eternamente sonrientes miembros de su organización (instructores recreativos y, casualmente, expertos en marketing corporativo) dando vueltas por Europa durante meses haciendo miles de km con un políticamente correcto -aunque lejos de ser inocuo- coche eléctrico para «crear conciencia» en la población buceadora de «reducir drásticamente nuestras emisiones de CO2 si queremos mantener un océano saludable y un planeta apto para nuestra supervivencia» (sic). Novedosísimo y originalísimo propósito nunca escuchado antes.

En fin … no seguiremos con la descripción porque su web -bien hecha y con muchos colores, felicidad y sonrisas por doquier- es suficientemente expresiva del fin real que hay detrás de todo esto para quien lo quiera ver, que no es otro que suscitar un espejismo de imagen comercial.

Sorprende que DAN sustituya su sólida imagen por esta nueva digna de un anuncio de la Coca Cola, practicando un «greenwashing» de manual, al que se supone debe sertirse obligada ya que su actividad (administrativa) es bastante inocua. Una pena.

En fin, DAN sabrá lo que hace con su dinero y reputación -que para eso son suyos- pero también debiera tener en cuenta el deterioro de su hasta ahora impecable imagen ante una gran parte de la comunidad buceadora menos crédula a la que no gusta que tomen por tonta vendiéndole un eco-humo que, a fuerza de estar por doquier, se reconoce y huele a distancia.

Los fabricantes de material

A los fabricantes de material le pasa parcialmente lo mismo que a las agencias de viajes de buceo: su actividad es esencialmente contaminante, así como también lo suele ser su comercialización. Sin embargo, al contrario que aquellas, muchas de sus soluciones sí están en su mano.

Por ejemplo y por si el lector no lo sabe, la fabricación de la espuma de neopreno del traje con el que bucea se realiza con derivados del petróleo mediante procesos químicos extremadamente contaminantes. Además, tanto por esta razón como por cuestiones de rentabilidad, se suelen producir en países asiáticos generalmente paupérrimos en los que las normativas ambientales son inexistentes, teniendo que ser transportados en también contaminantes barcos por todos los mares hasta llegar al hiper-eco-concienciado público occidental.

En estos casos, el énfasis en lo ecológico se suele centrar en el desarrollo de nuevos materiales alternativos, menos contaminantes.

Sin embargo, nada se dice sobre el impacto que tiene su industria basada en ampliar tanto sus mercados como su producción y en renovar continuamente sus productos para que las constantes «novedades» sin contenido real alimenten su actividad económica. Mención aparte merecería hablar de la obsolescencia programada que se puede comprobar en muchos componentes de buceo.

Se agradecen los materiales con menos impacto pero no deja de ser una industria de consumo más que siempre pondrá por delante su interés.

Manteniendo la esperanza: ¿un contraejemplo?

Al igual que el Autor se sintió entristecido al ver apuntarse al «greenwashing» a una empresa sólida y de prestigio, se sorprendió gratamente al leer una página de un fabricante de trajes de neopreno que se puede ver en el siguiente enlace.

Y la razón es la siguiente: este fabricante expone y ofrece una espuma de neopreno obtenida por procedimientos que afirma mucho menos contaminantes que la habitual. Suponiendo que todo ello fuera cierto (el Autor no es químico y no tiene criterio para ponerlo en duda), la cosa acabaría ahí. Sin embargo, a continuación se lee lo siguiente (traducido al español):

Si bien es bastante obvio que los materiales como (…) brindan una opción mucho más sostenible, y lo vemos como el futuro de nuestros productos, no es tan simple como cambiar todos nuestros trajes para usar este caucho de la noche a la mañana. Uno de los principales obstáculos es el precio; (…)Para tener una gama de productos que sea accesible para todos los que quieran ser buceadores, actualmente todavía necesitamos tener neopreno regular en nuestra oferta.

Es decir, estos señores reconocen que su producto es menos contaminante pero mucho más caro que el habitual. Y, por ello y aunque les gustaría implantar el menos contaminante, para no quedarse fuera del mercado todavía tienen que echar mano del barato que contamina. Sinceridad ilustrativa. Pero lo mejor viene a continuación:

(…) Cuanto más compramos, más demanda se crea, más aumenta la fabricación. Y la fabricación, hasta cierto punto, casi siempre tendrá un impacto ambiental negativo.

Sencillamente, compre menos neoprenos. 

Esto puede sonar extraño viniendo de una empresa que vende productos de neopreno, pero un traje bien hecho y bien cuidado debería durar muchos años, no debería tener que reemplazar un traje cada año.

Sinceridad insólita aunque cierto es que este texto puede tener una retorcida derivada consistente en sugerir indirectamente al cliente la compra de su mucho más caro traje pero menos contaminante.

Puede ser pero, aun así, que se plantee el problema ya es llamativo y alejado de la mercadotecnia tontuela del «greenwashing» y de las líneas del consumo masivo.

Corolario epistolar

Queridos amigos de la industria del buceo que practicáis en mayor o menor medida el eco-blanqueo:

¡Qué mal está el ambiente, que ya sólo nos queda medio!, ¿verdad? Estaremos de acuerdo en que hay que cuidarlo, pero desde este blog se alientan las medidas efectivas, no las efectistas.

Se puede entender que muchas de vuestras (y nuestras) actividades son esencialmente contaminantes, que las soluciones de ello a veces no están en vuestra mano y que todos estamos insertos en una economía basada en el beneficio, el permanente crecimiento, el aumento de la producción y en el consumo.

Y que no tenéis intención alguna de cesar vuestra actividad, entre otras cosas porque os ganáis la vida honradamente con ello y porque los buceadores tampoco parece que vayamos a renunciar a nuestros contaminantes trajes de espuma de neopreno fabricados al otro lado del mundo, ni a ir a bucear en barcos impulsados por combustibles fósiles, ni a cruzar literalmente el planeta para pasar una semana en un vida-a-bordo.

Admitiendo que la contaminación es inherente a la industria del buceo, ninguna de las acciones tendentes a reducir el impacto negativo sobre el medio ambiente puede ser criticable. Como tampoco puede serlo exponerlas legítima y públicamente con el fin de mejorar una imagen.

Pero una cosa es eso y otra abrazar palabras de moda, promover campañas infantiles repletas de coloreada palabrería e instar irrelevancias para dar falsas o exageradas imágenes ecologistas.

Así, desde este humilde blog se sugiere a quienes practiquéis el «greenwashing» en mayor o menor medida, que reconsideréis vuestra «eco-acción» centrándola en lo que a cada uno os competa, sea la formación abandonando la enseñanza de rodillas en el fondo (aunque perseveréis «concienciando» a otros para poner aireadores en las duchas para ahorrar), sean los viajes de buceo actuando de manera contundente contra prácticas como el «feeding», sea la industria resistiéndose a la obsolescencia programada o sea la seguridad incidiendo más en su conocimiento, que hace mucha falta y que al final también resulta ecológica. Y, si no podéis o no queréis hacer nada, al menos no menospreciéis a vuestros clientes con contumaces y vacías campañas de mercadotecnia.

Con cariño se despide vuestro crítico y sin embargo amigo,

G.

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8 comentarios sobre “

Las modas vacías –

¿»GREENWASHING» EN EL BUCEO?

  1. Viejo como el marketing comercial, espiritual o político (ya Lucio Sergio Catilina…) y adaptado a cada tiempo: lo connotativo (a quién me voy a parecer conduciendo ese coche o comiendo eso, por ejemplo) en vez de lo denotativo (cómo es el carburador o cuánta proteína hay por ración). Todas nuestras decisiones tienen un componente emocional que puede llegar a pesar mucho más que el racional. Parece que es un mecanismo evolutivo, que resulta muy útil en las situaciones de emergencia, pero claro… Conviene al menos ser consciente de cómo opera.

  2. Me dejaste pésimo como buceador, si voy a bucear por el fin de semana a la playa más cercana, manejo 200km ida y 200 km vuelta, ocupando 1/2 estanque de gasolina que se quema y contamina(a 630 gr x litro quemo casi 20 kg de gasolina…) , claro que recojo la basura que veo en el mar y la playa(serán con suerte unas 4 botellas de bebida a 25 gr la botella, serian 100 gr de basura recogida(0,1 kg) y me siento de lo mejor como buen buzo.
    No dejaré de ir a bucear, ni tampoco de recoger basura, pero tampoco me sentiré tan buena persona.

  3. buenas tardes
    excelente articulo sobre un asunto muy importante como lo es la contaminacion.
    debemos crear conciencia para que cada buzo por su cuenta proteja el medio ambiente.

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