El Autor de este blog no es médico, para alivio de la población en general. Por ello, estas líneas sobre el cuidado de los oídos en el buceo no se deben interpretar ni como recetas, ni tan siquiera como consejos, sino que es la descripción razonada del protocolo que el Autor ha confeccionado para sí mismo y su lamentable físico, -más parecido al escombro que a un ser humano-, con la ayuda de un gran amigo y otorrino -que agradezco expresamente desde estas líneas-.
Intolerancias, alergias, particularidades de cada uno deben ser tenidas en cuenta para poder administrar -o no- lo que en este artículo se expone a efectos meramente informativos.
Sólo se pretende transmitir una cierta experiencia de un buceador de a pie -o de aleta- acerca de problemas típicos genéricos que afectan a los oídos en el buceo, que casi todo el mundo sufre, por si fuera de utilidad al lector. Nada más.
Así mismo, quede claro que este artículo no pretende ser un texto de otorrinolaringología, que existen muchas patologías específicas que deben ser consideradas por el buceador y que para eso están los médicos especialistas. Un pequeño ejemplo no extensivo de patologías que eventualmente pueden afectar al buceador se pueden encontrar en artículos como: Artículo sobre patologías otorrinolaringológicas relativas al buceo.
IMPORTANTE: La validación anticipada de un médico debe ser un requisito indispensable, aunque muchos medicamentos que se mencionen sean obtenibles en España sin necesidad de receta.
Se refieren marcas de medicamentos específicas como guía y para el caso de que el buceador no tenga acceso a un médico, ni siquiera telefónicamente (como en muchos viajes de «vida a bordo»), aunque lo recomendable en general sea el consejo médico.
El Autor no se puede responsabilizar de eventuales efectos indeseados que lo que se menciona en el artículo pueda producir sobre un lector en particular.
La materia prima: el oído
No se inundará al lector con secciones anatómicas y descripciones pormenorizadas del sistema auditivo humano. Para eso ya existen infinidad de páginas en Internet que puede consultar, si así se desea. Un buen resumen es el que ofrece DAN Europe. Se puede leer en este enlace, así que no lo reproduciremos aquí.
Únicamente se podrá de manifiesto alguna cosa que el buceador frecuentemente ignora. A saber:
Senos paranasales
El buceador suele restringir su atención y cuidado únicamente a sus oídos. Sin embargo, no es infrecuente que ignore la existencia de los senos paranasales, que pueden ser causa de problemas muy importantes en una inmersión.
Se puede intuir la relevancia de los senos paranasales si se piensa que son espacios cerrados en el interior del cráneo llenos de aire, comunicados por finos conductos a la cavidad nasal por los que este gas entra y sale y cuyo objeto es ventilar, equilibrar eventuales diferencias de presiones y generar mucosidad protectora. Están localizados por detrás de la frente, en los laterales de los huesos de la nariz, en las mejillas y en la parte trasera de los ojos.
La posición de estos últimos, casi en el centro de la cabeza, es desconocida para muchos buceadores, que no logran identificar dolores en la parte posterior del cráneo, creyendo que los senos paranasales sólo están en la zona de la nariz.
Para ilustrar la importancia de esto, se comentará que el Autor y sus compañeros vivieron en una ocasión un incidente muy desagradable debido al bloqueo del seno esfenoidal de uno de los componentes del equipo.
Ello ocurrió saliendo de una cueva de tal forma que se tardó casi una hora en lograr llevar al afectado a superficie desde una profundidad de unos 12 metros. Era incapaz de subir un sólo centímetro del dolor que tenía en la parte posterior de la cabeza. Aunque se llevaban recursos sobrados, como el gas no era infinito hubo que forzar un poco la situación. Él manifestó luego que nunca antes había sentido un dolor tan fuerte en su vida. Sirva este ejemplo para ilustrar la importancia de su cuidado.
Los apneístas dan gran importancia a la limpieza de sus senos paranasales haciendo lavados con suero fisiológico o solución salina –NaCl al 0,9%– antes de la inmersión, pues con dichos lavados consiguen evacuar mucosidad acumulada allí. Ellos tienen muchos menos recursos -ninguno, en realidad- para solventar una situación de bloqueo a profundidad. Dichos lavados se realizan introduciendo el suero o agua salina por vía nasal y realizando posteriormente unos determinados movimientos de cabeza. En el siguiente vídeo se podrá ver un ilustrativo ejemplo.
Estas maniobras quizá sean un poco excesivas en el caso de un buceador que no presente mucosidad relevante. Pero no está de más saber cómo hacerlas y realizarlas en el caso de que por cualquier motivo se decida bucear con mucosidad.
Diferencias fisiológicas e incompatibilidades
Hay personas que presentan más dificultad que otras a la hora de compensar los oídos (es decir, para igualar la presión de las cavidades del oído medio en relación a la presión del agua que lo rodea, dependiente a su vez de la profundidad a la que se está), pero ello es generalmente por su estado de salud (acatarrados, alergias,…), no por problemas fisiológicos.
En algunos sitios de Internet dedicados al buceo se afirma que las mujeres suelen presentar un conducto auditivo más inclinado que los hombres, lo que les lleva a presentar mayor dificultad a la hora de compensar y que un determinado porcentaje de la población presenta un ángulo inadecuado en el conducto auditivo que le dificulta o incluso impide la compensación, cifrándose incluso dicha proporción en un 10% de la población. Sin embargo, nada de esto está contrastado en la literatura médica por lo que hay que suponer que, salvo casos excepcionales, la disposición a la compensación de presiones es similar en toda la población.
¿La presión es lo único que cuenta?
En relación con los oídos y el buceo, generalmente sólo se tiene en cuenta como factor origen de problemas a la presión que el agua ejerce sobre el tímpano y oído medio (dependiendo de la profundidad), haciéndose énfasis en todo aquello que propende a que la fisiología de la compensación de presiones sea correcta (distintas maniobras de compensación, funcionamiento de la Trompa de Eustaquio, etc.). No se tratará aquí de las diferentes maniobras de compensación, que serán posiblemente objeto de un futuro artículo monográfico.
Pero otro factor frecuente minusvalorado o, incluso, completamente ignorado es derivado de circunstancias locales de tipo infeccioso (como otitis externas por infección de la piel del conducto auditivo externo y/o otitis media por falta integridad timpánica) debidos al contacto del agua con el interior de dicho conducto auditivo externo que ha sido irritado previamente por maniobras como tocarse intentando limpiarse cera, etc. Este tipo de manipulaciones en los oídos debe suprimirse de raíz.
Los artificios
Cuando hay problemas recurrentes, muchos buceadores recurren a una serie de artefactos para resolverlos o paliarlos. Así, existen en el mercado multitud de tapones de buceo e incluso máscaras con orejeras conectadas al volumen interior de la gafa.
En los últimos tiempos también han aparecido productos líquidos a aplicar en gotas que presuntamente forman películas protectoras que recubren el conducto auditivo, evitando que el agua quede atrapada en él. Su eficacia no ha podido ser verificada por el Autor pero, sinceramente, duda mucho de que esto sea como se promete.
Tapones
Lo primero que hay que decir es que son tapones específicos para buceo y que NUNCA SE HA DE BUCEAR CON TAPONES CONVENCIONALES. Y hay que tener cierto cuidado porque no es inhabitual encontrarse con tapones para natación que se venden como tapones para buceo.
A este respecto y dado que hay buceadores que creen que un tapón del tipo que sea protege el oído cuando se tiene alguna perforación en el tímpano, hay que remarcar que SI SE TIENE UNA PERFORACIÓN TIMPÁNICA, ESTÁ CONTRAINDICADO EL BUCEO, CON O SIN TAPONES, ya que si se sella con un tapón el conducto auditivo externo, la presión al tímpano y al oído medio se sigue transmitiendo igual.
Estos tapones sellan el oído pero disponen de un orificio conectado al exterior por el que pasa agua a presión ambiente.
El primer problema que presentan los tapones es su adaptación al canal auditivo externo de cada caso. Siendo un requerimiento esencial, aunque varias marcas ofrecen distintos tamaños, es complicado que hagan un buen sello en dicho canal. Además, algunos modelos se deforman rápidamente, perdiendo propiedades, por lo que es sistema es abandonado por muchos usuarios, hartos de no poder lograr un mínimo sellado.
En cuanto al funcionamiento en sí, el Autor reconoce que no comprende muy bien cómo puedan proteger de bacterias externas existiendo un canal por el que pasa agua hacia el interior. Sólo puede imaginar que, al igual que ocurre con los trajes de neopreno, el agua que traspasa el tapón hacia el interior permanece dentro en gran medida, haciendo que la temperatura de ésta sea más próxima a la corporal y paliando los efectos de la temperatura del agua fría exterior, pero nada más.
Existen modelos más sofisticados que disponen en su interior de dos conductos cilíndricos y una válvula intermedia con una suerte de pistón que se desplaza y que pretende equilibrar la presión externa (agua) con la interna (aire). Ello permitiría que el oído pudiera compensar sin que pase el agua hacia el interior, preservándolo de infecciones. Si bien en teoría el dispositivo puede funcionar hasta una cierta profundidad, el Autor es muy escéptico en cuanto a la posibilidad de sellar el conducto auditivo, impidiendo el paso de agua, tal como se requiere.
Las opiniones de los expertos sobre los tapones parecen muy discrepantes: hay médicos que los recomiendan y otros que los excluyen tajantemente. Visto que no es una solución que se vea frecuentemente, no parece demasiado fiable, en principio. En todo caso, su bajo costo permite probar sin arrepentimientos económicos excesivos aunque lo razonable sigue siendo abstenerse de bucear en caso de tener problemas en los oídos y no forzar situaciones que pueden propender a producir más problemas, a veces con secuelas significativas.
Orejeras
Existen unas máscaras de buceo que disponen de unas orejeras conectadas. El Autor sólo conoce la marca ProEar (actualmente propiedad de ScubaPro), que debe tener la patente del invento.
Como se puede apreciar en la fotografía, el conjunto consta de la máscara propiamente dicha y dos orejeras de silicona conectadas al interior de la primera mediante dos tubos plásticos huecos con válvulas anti-retorno en su interior.
El principio es sencillo: las orejeras sellan los pabellones auditivos impidiendo el paso de agua y dejándolos secos y aislados. La presión en el interior de ellas es la misma que la de la máscara, que está muy próxima a la ambiente puesto que las exhalaciones del buceador envían aire por la nariz hacia el volumen interior de la misma, inconscientemente. Por ello, se igualan las presiones entre máscara y orejeras, manteniendo secos y calientes los oídos y permitiendo y haciendo más suave la ecualización.
En este caso también el problema fundamental es el sellado de las orejeras, difícil de conseguir. Incompatibles con cabellos largos o barbas de abuelo troglodita tan a la moda, hay quienes utilizan capuchas con agujeros para evitar estas dificultades. Sin embargo, no es fácil acoplar una capucha porque hay que hacer unas perforaciones en el punto exacto en que se encuentran las cubiertas para los oídos, además en un tejido que se deforma. También hay quienes se ponen una capucha ajustada por encima, para que ésta presione las orejeras de silicona contra la cabeza, mejorando su sellado.
Aunque, si entrara agua en las orejeras en teoría se podría desalojar sujetando orejeras y máscara con ambas manos y soplando por la nariz, esta maniobra no parece resultar tan fácil y efectiva en la práctica.
Por último, hay gente que combina esta solución con los tapones para el caso de que entre agua en las orejeras y no se pueda desalojar.
Utilizada por buceadores que no les importa parecer un teletubbie, con perforaciones timpánicas crónicas y ansiosos que no pueden esperar a que se les curen las lesiones, son adoradas por quienes les funcionan bien y denostadas por quienes no le funcionan, a partes iguales, no pudiendo dar el Autor una opinión indubitable sobre su efectividad en la práctica. En este caso, su costo sí puede dar lugar a arrepentimientos posteriores.
Vaya por delante que el Autor no es muy partidario de todo esto, incompatible con los protocolos que utiliza y situaciones que requieran quitarse o cambiarse la máscara durante la inmersión, aunque pueda ser más asumible en el ámbito recreativo.
Protocolo personal para el cuidado de los oídos en el buceo
Quien esto escribe realiza el siguiente protocolo de actuación personal, que se ofrece al lector únicamente a efectos informativos, reiterando una vez más que la visita previa a un médico, que indique lo adecuado en cada caso, es recomendable u obligada.
Al inicio de la temporada de buceo
Como ya se ha visto en otros artículos, muchos incidentes -e, incluso, accidentes- se fraguan ya en el barco sin haberse mojado siquiera el buceador, muchos problemas en los oídos se producen no dentro del agua, sino por falta de un mínimo cuidado anterior a empezar a bucear. Por ello, parece recomendable en general tener en cuenta lo que a continuación se dirá.
Lo primero es entender que el cerúmen o cera de los oídos es un recurso natural protector con una función fisiológica doble: por un lado mantener lubricada la piel del conducto auditivo externo y por otro eliminar impurezas del ambiente que pueden entrar a diario en dicho conducto. En contra de lo que se suele creer, tener cera -mucha o poca- en los oídos no es ningún indicador de mejor o peor higiene.
Pero, a los efectos del buceo, una cosa es tener algo de cera y otra tener un tapón de cera. O una cantidad de cera que, al moverse por los cambios de presión, provoque un tapón.
Pero es que, además, en la gran mayoría de los casos, los tapones de cerumen en el conducto auditivo externo se forman por maniobras efectuadas por el mismo buceador intentando limpiarse, rascándose por picores, introduciéndose bastoncillos con o sin algodón -o incluso objetos metálicos-, etc.). Es decir, intentando limpiarnos es precisamente cuando podemos producir un tapón.
Únicamente hay algunos pocos casos en la población, en los cuales el diámetro del conducto auditivo está anormalmente estrecho y favorece la formación de tapones. Eso se diagnostica por un especialista fácilmente por visión directa otoscópica.
Es por ello que conviene comprobar la posible existencia de tapones de cera antes del inicio de cada temporada. Los tapones tardan meses en formarse. En caso de que se hayan producido, deben ser eliminados mediante visita a un otorrino y sin introducir los dedos, palillos ni ningún objeto en los oídos en ningún caso.
Hay básicamente dos formas para extraer tapones de cera: una es por irrigación en los tapones menores y otra es por otomicroscopía directa en tapones más compactados, que debe efectuar un especialista.
Cuando no hay posibilidad de una visita médica y el cerúmen no es excesivo, el Autor se tumba inclinado lateralmente, echándose en cada oído un par de gotas de agua oxigenada previamente templada -nunca fría-, que deja actuar unos segundos. Termina lavándolos con suero fisiológico también templado. Si el tapón está demasiado compactado para salir, existen en el mercado farmaceútico numerosos sprays y gotas para disolver o ablandar la cera que se usan dos o tres días para luego ser eliminados por irrigación, pudiéndose para ello incluso usar agua corriente.
Cuidados previos y posteriores
Antes de volar (ida o vuelta)
Los aviones de línea modernos vuelan a altitudes hasta 12.000 m, típicamente a 10.000 m. La presión ambiental a esa altitud es del orden de 264 mbar (0,264 bar).
La presurización y despresurización del interior de los aviones de línea tienen como objeto adaptarse a la presión de las altitudes a las que se está volando, manteniendo un diferencial de presiones que la estructura del avión pueda soportar.
También el lector conocerá las dificultades para que un ser humano sobreviva a partir de los 5.500 m. En general, a partir de 3.000 m se complica la respiración del ser humano y más ante el ejercicio, pudiéndose producir déficits de saturación de oxígeno en sangre. «Mal de altura» e, incluso, edemas se pueden producir en una parte relevante de la población.
Es por ello que, dentro de un avión de pasajeros, se mantiene un compromiso entre las necesidades estructurales del avión (lo ideal sería que en todo momento las presiones interior y exterior fueran iguales pero ello tendría el pequeño inconveniente de que se nos morirían los pasajeros por hipoxia) y las posibilidades de supervivencia y confort de estos (una presión similar a la del nivel del mar). El resultado de ese compromiso es una presión de cabina dentro de un rango de presiones equivalentes de entre 2.100 y 2.500 m, típicamente de unos 2.400 m de altitud, más o menos.
De esta manera, la presión en cabina -que es lo que nos importa- es de entre 0,75 bar y 0,80 bar (2.100 y 2.500 m) (1). Naturalmente esta presión se alcanza gradualmente, pero con cierta velocidad.
En otras palabras, viajar en un avión de línea convencional es como subir a la cima de una montaña de 2.400 metros a la velocidad de un coche de carreras, reduciendo la presión (y por tanto la saturación de O2 en sangre) un 25% aproximadamente, permanecer unas horas en ella para luego volver a descender, aumentando de nuevo la presión. El lector observará que ese gradiente de presión entre el despegue y la altura de vuelo equivale a ascender o descender buceando hasta o desde la parada de seguridad de tres metros. Visto así se ilustra mejor lo que los oídos deben soportar.
Los efectos de todo tipo que ello pueda tener sobre el buceador después de una inmersión es una cuestión que se tratará en un futuro artículo pero lo que aquí interesa es lo que le sucede a sus oídos. Y es que muchas veces se vuela con mucosidad, cerumen en los conductos auditivos o problemas en los senos paranasales.
Por ello y aun siendo recomendable no volar cuando se tienen mucosidad o bloqueos relevantes, el Autor toma ANTES DE VOLAR, dependiendo del grado del problema que perciba, los siguiente:
Un vasoconstrictor como OXIMETAZOLINA NASAL en spray (son marcas comerciales con ese principio activo NEBULICINA, NASOLINA, UTABON, etc.). Si hay mucosidad o algún otro tipo de problemas, añade además un antihestamínico (NARINE -1 comprimido cada 12 horas- o RINO-EBASTEL -1 comprimido cada 24 horas- para posibles alergias con el añadido de pseudoefedrina como descongestionante nasal).
Es muy importante tener en cuenta que los vasoconstrictores nasales tienen un efecto de pocas horas y puede existir efecto rebote a continuación, por lo que hay que planificar su toma en función de lo que se vaya a hacer, no sea que el rebote aparezca en el peor momento.
A ello habría que añadir que, si se trata de un viaje de buceo intensivo (un vida-a-bordo, por ejemplo), es imprescindible cuidar los oídos especialmente en el viaje de vuelta, puesto que vendrán ya «tocados».
Antes de la inmersión
Regla de Oro, Platino y Diamantes -todo junto-:
CON MUCOSIDAD, NO SE BUCEA.
Porque no es un problema únicamente de tener problemas de compensación al descender, sino que si el bloqueo ocurre a profundidad, volver a la superficie puede resultar un problema MUY serio.
Cuando no existe una correcta compensación de la presión en el oído medio con la del medio acuático (debidas a mucosidades nasales y sus senos paranasales o por tapones ocluyendo totalmente el conducto auditivo externo), se producen aumentos o disminuciones excesivas y bruscas de la presión en el oído medio que dan lugar a lo denominado “barotrauma ótico” que se manifiesta como dolor.
Es importante esto y no siempre se enseña en los cursos básicos: la maniobra de Valsalva al descender se ha de realizar muy frecuente y suavemente SIN ESPERAR A QUE DUELA EL OÍDO. Hay que hacerla ANTES de que duela. Cuando hay dolor, ya es tarde. Y es frecuente ver cómo muchos buceadores noveles sólo la realizan cuando el dolor es casi insoportable y bruscamente apremiados porque desaparezca, con lo que la probabilidad de lesión aumenta exponencialmente o es casi segura.
Al menor problema de compensación, se deberá detener el descenso, ascender 1 o 2 m y esperar unos minutos haciendo leves Valsalvas (NUNCA ser brusco con esa maniobra), hasta que se compensan las presiones; si sucede ascendiendo no se deben realizar Valsalvas en ningún caso -pues lo único que se conseguiría es aumentar la descompensación de presiones-, sino ralentizar el ascenso o parar e intentar deglutir o mover la mandíbula hacia fuera para poder abrir la Trompa de Eustaquio hasta que se note la compensación de las presiones y se pueda continuar el ascenso.
La mucosidad puede hacer que un oído se bloquee un poco más que otro, produciendo presiones distintas en cada uno que, cuando su diferencia excede de un valor crítico, pueden provocar un «vértigo alternobárico». En esa circunstancia, si es fuerte, el buceador queda totalmente impedido, siendo una situación MUY peligrosa que puede desembocar en un ascenso incontrolado u otro accidente grave.
Quien escribe ha pasado por esa tesitura tres veces y puede asegurar que no es nada agradable. De hecho, en una de ellas tuvo que concentrarse en la dirección de las burbujas para saber lo que estaba «arriba» y lo que estaba «abajo», pues la desorientación y el vértigo en la ingravidez del medio acuático eran totales. Afortunadamente, el lector al que le ocurra, sabrá que debe descender un poco hasta que las presiones de ambos oídos se aproximen lo suficiente como para que desaparezca el efecto, intentar descongestionarse y volver a intentar subir con mucho cuidado.
Dicho esto, si cuesta compensar o ha costado el día anterior, aunque no parezca que haya mucosidad, el Autor toma una hora antes de la inmersión un vasoconstrictor como OXIMETAZOLINA NASAL en spray, teniendo en cuenta que suele tener un efecto de unas 12 horas y que, si éste desaparece durante la inmersión, puede ser mucho peor. Pero sólo si hay problemas. En caso contrario, NO TOMA NADA. No se debe administrar por sistema. También puede ayudar la toma en la noche anterior de un comprimido antihistamínico y descongestionante (tipo RINO-EBASTEL).
En todo caso, cada persona debe de evaluar su estado concreto y ser muy prudente con lo que hace o toma.
Después de la inmersión
Terminada la inmersión, los oídos están bajo el estrés producido por los cambios de presión a los que han sido sometidos. Muchas veces se producen micro roturas y pequeños problemas subclínicos que, si bien no presentan síntomas en un principio, son el germen -nunca mejor dicho- de posibles otitis posteriores.
Por ello el Autor JAMÁS se sumerge en una piscina en temporada de buceo. La confianza en los obligatorios sistemas de depuración del agua y su mantenimiento no es alta precisamente y la percibe como una sopa de bichos en las que introduce sus maltrechos oídos. Siempre que ha incumplido esta regla, ha tenido problemas. Quizá no sea la experiencia de lector, pero se somete a su consideración.
Después de la inmersión se deben evitar las dichosas maniobras de supuesta limpieza de oídos ya que al tocarse frecuentemente los conductos auditivos externos, se va macerando e irritando la fina piel de los mismos apareciendo eczemas y, al mismo tiempo, se va eliminando la capa de cerumen que los cubre y protege dando lugar a la aparición de las otitis externas que, al cronificarse, complican el cuadro clínico y obligan a ir al especialista.
El endulzado de agua tibia también se suele hacer inmediatamente después de salir del agua. Importante: no utilizar agua fresca o fría en ningún caso.
El remedio más popular entre los buceadores de todo el mundo es el ALCOHOL BORICADO A SATURACIÓN. Es una «fórmula magistral» que se prepara en farmacias. Unas gotas en cada conducto auditivo después de jornada de buceo, secan y desinfectan. Sin embargo muchos médicos no son partidarios de su uso ya que el alcohol es hidrófilo y reseca la piel del conducto externo. Y si existe un pequeño eczema, puede irritarlo más y producir dolor. Pudiérase decir que esta sustancia preventiva es mucho más popular entre los buceadores que entre los médicos.
Si hay dolor –por pequeño que sea-
Por bien que uno haga las cosas, a veces se somete el oído a más de los que puede soportar. Es por ello, que otitis recurrentes a partir de los 15-20 días de inmersiones continuas y diarias son habituales en guías e instructores de buceo.
Es entonces cuando hay que cortar lo antes posible la progresión de las incipientes infecciones porque, una vez desencadenadas, es mucho más difícil atajarlas, por no decir, imposible.
En este caso suele ser útil un fármaco con una asociación de componentes que trabajan juntos para tratar la inflamación e infección en el oído provista con varios principios activos, a saber: un antibiótico para tratar infecciones; un corticosteroide con propiedades antiinflamatorias y antialérgicas (dexametasona); y un descongestivo (tetrizolina). El fármaco utilizado es Colirio COLIRCUSI GENTADEXA (4 gotas/ dos veces al día).
Un antibiótico más simple como OFTACILOX (4 gotas tres veces al día / 7 días) también se suele prescribir.
A veces todo esto se toma combinado con un analgésico antiinflamatorio como el IBUPROFENO (siempre acompañado con un protector estomacal como el Omeprazol).
Es muy importante tomarlo nada más empiecen las molestias porque, en caso de no hacerlo, la otitis es imparable.
Dado que contienen antibiótico (y corticoides), sería especialmente deseable que estos tratamiento fueran prescritos o validados por el especialista porque previamente se debe de explorar el oído y diagnosticar si hay una otitis externa, un barotrauma, una otitis media, una perforación timpánica o cualquier otra patología.
Si se desencadena la otitis
Es entonces cuando la visita al médico es todavía más obligada. Porque a veces un dolor que parece de una simple otitis esconde algo mucho más grave, como pueda ser una perforación en el tímpano, que no tiene por qué revelarse mediante el típico silbido -como si se escapara el aire de un globo-.
Si la otitis resulta ser interna o media lo indicado probablemente será un antibiótico de amplio espectro del tipo Cefuroxima Apotex 500 mg (1 cada 12 h / 7 días). También en este caso la prescripción facultativa resulta obligada.
Corolario
Sirva este artículo como guía de actuación y para confeccionar un pequeño botiquín preventivo en caso de viaje a lugares remotos y desprovistos de asistencia médica inmediata, que debe ser validado anticipadamente y en cada caso por un facultativo.
Pero, aun funcionando todo lo descrito divinamente, no son infrecuentes recaídas en buceadores «que ya se sienten bien» y retoman la actividad sin esperar el tiempo que se les ha indicado. Y, si el oído no está totalmente curado, pueden aparecer complicaciones más serias y con secuelas, a veces permanentes.
Hay que pensar que cuando se practica buceo recreativo, se buscan sensaciones agradables, disfrute del medio, sensaciones de ingravidez, vida marina, etc. Y si se tienen problemas no fácilmente solucionables, parece más inteligente aparcar el buceo y buscarse otra actividad alternativa pues, además de patologías, se pueden producir situaciones de riesgo no fácilmente controlables y potencialmente graves muchas de ellas. Por mucho que guste bucear y por lejos y caro que haya resultado el viaje para hacerlo.
Por ello, es imprescindible añadir siempre a la prescripción médica sentido común y paciencia. Dos ingredientes fundamentales en el cuidado de nuestros oídos y en nuestra seguridad debajo del agua, que no se encontrarán en receta alguna.
(1) – El diferencial de presión que soporta la estructura (una de las razones por la que tiene forma cilíndrica) es de entre 0,52–0,55 bar.
Buenas noches
Interesante artículo y no tenido en cuenta habitualmente… Muchas gracias.
Quería comentarle que, en el apartado de después de la inmersión, cuando habla de las piscinas, creo que hay una incongruencia en el texto, puesto que menciona la «desconfianza en los obligatorios sistemas …» Y, acto seguido, pone «no es alta». O sea que tiene plena o alta confianza en dichos sistemas.
Entiendo que es una doble negación creada por error, al intentar enfatizar el hecho de no bañarse en piscinas. Mis disculpas si no lo he entendido correctamente.
Tienes toda la razón. Es un error. Ya está corregido.
Muchas gracias.
G.
Excelente artículo y vídeo. Muchas gracias.
Muchissimas gracias por tanto conocimiento.
Soy instructor de buceo y trabajo todos los dias buceando. voy a describir lo que hago.
No es una recomendación, solo mi experiencia diaria.
Luego después de bucear, lavo el oido con agua tibia. Y solo me baño en mi casa. Eso todos los dias.
Una ves a la semana, después de lavar com agua tibia, pongo algunas gotas de una mezcla mitad alcohol 70 y vinagre de manzana o alcohol de caña. Dejo unos 10 segundos y lo quito, volteando la cabeza. Eso para cada oido.
Después de 10 minutos, lavo con agua tibia.
Una a dos horas después, pongo unas gotas de aceite de coco MCT (triglicéridos de cadena media). Y no lo quito.
Interesante. Es similar a uno de los procedimientos descritos en el artículo.
Gracias por la aportación.
G.
Me parece muy interesante todo lo que cuentas y quería hacer una aportación, aunque sea tanto tiempo después. Hace un par de años tenía yo un dolor en un oído y, preocupada, acudí a consultar a otros buzos antes de ir a consultar a un médico (en fin). La opinión generalizada era que debía tener yo una infección en el oído externo y, de haber tenido antibióticos en casa, los habría tomado.
Lo que realmente me pasaba es que, debido al bruxismo, estaba ejerciendo tal presión con mi mandíbula, que me estaba doliendo el oído. La solución, férula de descarga y ejercicios pautados por el fisioterapeuta para aliviar la tensión en la articulación temporomandibular. Que no tiene nada que ver con el buceo, sólo lo comento para resaltar la importancia de no realizar autodiagnósticos y consultar a un médico.